¡Recuperar el sindicalismo combativo, democrático y anticapitalista!
Hace mucho tiempo que los dirigentes de CCOO y UGT dejaron de lado la acción sindical cotidiana y el esfuerzo por fortalecer los sindicatos como instrumentos de lucha. Han renunciado, sin ningún disimulo, a organizar a los sectores de la clase obrera más desprotegidos y han abandonado a su suerte a los millones de jóvenes que son brutalmente explotados en la hostelería y la pequeña y mediana empresa.
Estos “líderes sindicales” limitan la movilización a realizar, de vez en cuando, alguna acción testimonial. Mientras, miles de activistas sindicales (muchos de ellos afiliados de base de CCOO y UGT), junto a millones de trabajadores, se enfrentan cotidianamente a la creciente presión de los empresarios y a unas condiciones laborales que se degradan paulatinamente.
Tras la montaña de frases rimbombantes y de propaganda con que el gabinete de prensa del Ministerio de Trabajo, el Gobierno y los dirigentes de CCOO y UGT nos bombardean continuamente, se encuentra la cruda realidad de las condiciones de vida y trabajo de la clase obrera y la juventud en el Estado español.
Precariedad, bajos salarios, pérdida de derechos y jornadas de trabajo interminables
Según un estudio de la consultora de recursos humanos Hays[1], un 54% de los asalariados vio aumentada su jornada laboral en 2020-21, un 34,4% tuvo que trabajar algún sábado y un 20,4%, algún domingo.
El 60% de los trabajadores declaran que hacen horas extras gratis. En el segundo trimestre de este año se contabilizaron 2,8 millones de horas extra semanales no pagadas, un 10% más que en el primer trimestre.
La precariedad laboral lleva muchos años instalada en el mercado laboral español, siendo la juventud la principal víctima. La tasa general de temporalidad es del 26,3%, y entre los menores de 29 años alcanza el 54,7%. Además, el 38% de los jóvenes entre 15 y 24 años está en paro, el nivel más alto de toda la OCDE.
El salario medio cayó en 2020 un 3,1%, el mayor descenso en 50 años (Cinco Días, 1/03/2021). A pesar de este retroceso, CCOO y UGT siguen contribuyendo a que el poder adquisitivo continúe deteriorándose. Los salarios pactados en convenio crecieron hasta julio un 1,54%, frente a una inflación del 2,9%. (Efe, 26/8/2021). A día de hoy, la inflación ya ronda el 4%.
Mientras, los directivos de empresas como Repsol o Inditex cobran respectivamente 387 y 298 veces más que sus trabajadores (Europa Press, 17/3/2021).
En estas condiciones, Pepe Álvarez, secretario general de la UGT, declaró hace poco que la última subida de 15 euros del SMI era una “mierda” y una miseria. Estas declaraciones son una muestra gráfica de la esencia de la política de los dirigentes de CCOO y UGT: frases vacías y palabrería, al mismo tiempo que avalan, aprueban y firman las medidas que dicen criticar. Cinismo en estado puro.
A la vez, el derecho a huelga es cada día más papel mojado. Los servicios mínimos que imponen las empresas, y avala el sistema judicial a su servicio, es el arma rompehuelgas más eficiente con que cuenta la patronal. Su eficacia se ve reforzada en la medida que desde los grandes sindicatos no se da la más mínima batalla (salvo la casi siempre estéril denuncia judicial) para acabar con la prohibición de hecho de la huelga que suponen los servicios mínimos abusivos.
El actual conflicto en RENFE, donde la empresa ha impuesto unos servicios mínimos de hasta el 72%, es el último ejemplo de esta situación.
Por otro lado, las grandes empresas siguen destruyendo empleo, mientras acumulan beneficios obscenos. El caso más significativo es el del sector bancario.
La banca española, que desde 2008 acumula más de 100.000 despidos, ha destruido este año 5.408 puestos de trabajo y cerrado 1.374 oficinas, y tienen previsto acabar el año con cerca de 10.000 despidos más y con la clausura de otras 1.534 sucursales. Toda esta sangría ha sido refrendada por las direcciones de CCOO y UGT. En paralelo, los beneficios del Santander, BBVA, CaixaBank, Sabadell y Bankinter ascendieron a 11.127 millones de euros, en el primer semestre de este año.
La pobreza y la exclusión social siguen aumentando
El resultado de la renuncia de los dirigentes de CCOO y UGT a la acción sindical combativa es que la pobreza se extiende entre la clase obrera. Según la Encuesta de Condiciones de Vida del año 2020 del INE, la tasa de riesgo de pobreza y/o exclusión social se situó en el 26,4% de la población (12.495.000 personas), frente al 25,3% registrado el año anterior.
En los últimos doce meses, el 13,5% de la población tuvo retrasos en el pago de gastos relacionados con la vivienda principal o en la compra a plazos, frente al 8,3% en 2019. Mientras los beneficios de las eléctricas se disparan gracias al tarifazo, el 10,9% no pudo permitirse mantener la vivienda con una temperatura adecuada, frente al 7,6% en 2019.
Aumenta también el número de personas que llega con mucha dificultad a fin de mes, pasando de 3,6 millones en 2019 a 4,7 en 2020. 2,5 millones de trabajadores, el 13% de la fuerza laboral, se encuentran actualmente por debajo del umbral de la pobreza (web RTVE, 29/6/2021).
Hay que recuperar un sindicalismo de clase y combativo
Estos datos demuestran taxativamente que el mal llamado “diálogo social”, del que tanto se ufanan CCOO y UGT, solo sirve para atarnos de pies y manos e imponer los planes patronales.
Nos enfrentamos a una situación dramática y a un futuro incierto en el contexto de una profunda crisis del sistema capitalista. La clase obrera, especialmente sus sectores de vanguardia, tiene ante sí el reto de construir una dirección sindical armada con un programa de clase, con métodos de lucha combativos, democráticos y asamblearios, que recuperen la defensa de los intereses inmediatos de los trabajadores como parte de la lucha por la emancipación definitiva de los oprimidos.
Sí hay alternativa. Una sociedad donde los trabajadores y trabajadoras organicemos la producción y los enormes recursos existentes atendiendo a las necesidades sociales, erradicando así la esclavitud de la explotación capitalista. Hay que luchar por una sociedad libre de opresión, una sociedad socialista.
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