Hoy es
un día en el que la dignidad cobra nombre y sentido. Una herida comienza a
cerrarse después de 44 años de injusta ignominia. De una vez por todas, los
restos de todos aquellos que murieron sacrificando sus principios descansan
tranquilos en la tumba que ellos mismos cavaron.
Este es
el principio de un nuevo periodo, o al menos lo espero. Uno mas lúcido, en el
que el mayor genocida de este país descanse como cualquier otro mortal. Uno en
el que el sol, ese sol tan cantado por algunos, pero esta vez de color morado,
ilumine cada uno de los rincones manchados de sangre, marcando con solemnidad y
elogio, el punto geográfico donde sin honores ni banderas, descansan muchos de
los verdaderos héroes de este país. Ojalá, se utilice como guía para saber el
punto exacto donde tenemos que buscar.
Aprovechando
este hito quiero agradecer a todas las victimas del antiguo régimen, su
valentía y voluntad por mejorar el bien común. Cometeríais errores, no lo dudo.
Pero lo que se tiene muy claro es que, gracias a vosotros, a vuestra
persistencia y aguante, hoy puedo escribiros estas palabras. Gracias a vuestra
lucha, podemos disfrutar de derechos sociales que hacen de este mundo un lugar
un poquito mejor para vivir. Porque, aunque sigamos siendo pobres, podemos
estudiar, podemos mirar a la cara a todos los que algún día pensaron que no lo íbamos
a conseguir.
Con
esto pido a las nuevas generaciones que no se olviden nunca de la grieta que
divide en dos, a lo que religiosamente se conoce como iglesia y yo denomino pueblo. Pensad que muchos de los medios
que os hablan, no dejarán de pediros que la herida cicatrice; os dirán que ya
no hay peligro, que todo está resuelto y que te limites a trabajar en tu día a día.
¿Para qué pensar en ello?, te dirán. Bien, pues desde aquí te digo, joven, que
pensar es lo único que, si no quieres, no podrán quitarte nunca. Piensa, lee,
escucha, razona. No dejes que te roben lo único que te permite comprender el
pasado y saber como actuar en el presente.
Con los
huesos trasladados, ahora ya solo queda, y no es poco, terminar con su legado.
Buscar bajo las instituciones y las leyes que, tras la letra pequeña, llevan su
nombre.
Será una tarea de años, y probablemente yo no
lo vea. Pero si al final se consigue, todo habrá tenido sentido.
Este,
sería el mejor homenaje que podríamos hacerle a todas esas víctimas que un día
murieron por salvar nuestro espíritu.
A todos
vosotros.
Una compañera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario